A veces pienso que en ciertas ocasiones me gustaría ser tonta.
No tener la necesidad de entender todas las cosas, no preocuparme de los porqués ni de nadie más que no sea yo misma. Ser capaz de olvidar lo que me ha pasado sin necesidad de darle vueltas una y otra vez, hasta llegar a agotarme. Despertarme cada día con la cabeza reseteada y disfrutar de cada detalle bueno como si el día anterior no me hubiese planteado un problema vivir algo similar.
Pero, lamentablemente, no soy tonta, en el mejor sentido de la palabra, y muchos días parece que no he llegado ni tan siquiera a dormir. Las mismas cosas, la misma gente y las mismas situaciones me hacen pensar que el mundo en realidad no da vueltas y que la evolución en la vida es mínima.
Espera... ¿A ver si al final sí que voy a ser tonta de verdad y por eso no me doy cuenta?
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