Perdóname al pasar, como en el centro mismo de un orgullo que calla, de una fuente que clama por un mar más profundo.
Como el beso, el silencio se entrega apasionado arrancando virutas de carne palpitante; yo me muerdo los labios en un ansia de mares mientras la sangre llega, explota y se derrama.
Escúpeme al pasar, dispara al centro de mi espalda y esculpe un silencio remoto donde pueda aferrarme a tu carne ya eterna, porque mis labios saben del dolor que te arrastra hacia el agua sin nube donde bebe este beso que ahora, desde hace tiempo, recuerdo.