About

Verdugo por pura excitación, amante confesa de mi oscuridad. Desintegración y síntesis.
Superviviente de la desolación del ser, desertora del imaginado y condicionado soy.
Emergente con la soledad abrazada, danzando sobre el vértigo del pentagrama en llamas de un músico ebrio de libertad que aceptó su confusión destilándose sobre el papel. Read more about me »

Lack of Innocence

Home

Keep in touch




RSS Feed Twitter Facebook

Pozo sin fondo

lunes, 30 de abril de 2012

El cursor está a la espera y yo me desmaquillo frente al ordenador. Solamente me acompaña una ventana de Word en blanco, con esa línea vertical parpadeante. Es hipnótico, está esperando respuesta. Despacio retiro de mi rostro esa máscara. No hay prisa. Me deshago de mis manos para sentir el contacto sólo en la cara. La humedad se lleva los restos de lo poco que hoy he sido. El pañuelo blanco se va convirtiendo en negro y rojo a cada pasada, arrancándome ese disfraz que les muestro a lo demás. El parpadeo del cursor se sincroniza con el reloj que está dentro de mí y empieza la caída.

No soy capaz de llevar la cuenta de las veces que me he derrumbado ya. De todas las veces que he intentado recoger los pedazos rotos de mi corazón y se me han vuelto a caer rompiéndose aún más y haciendo cada vez más difícil su recogida.

Siempre pasa igual. Poco a poco la necesidad se va haciendo más fuerte en mi pecho, hasta que llega un momento en el que se convierte en una obsesión que me ocupa 24 horas al día. Las noches se convierten en pesadillas y los días en torturas. Te intento evitar, te intento ignorar, pero vuelvo a ti cada noche, a tus letras y a mi agonía.

El reloj interior que hace tic-tac tic-tac tic-tac tic-tac durante todo el día explota cuando llegan las 02.00 a.m y ya no lo soporto más. Cojo la caja de latón azul que hay sobre mi armario, al fondo a la izquierda. La abro y veo los paquetes de plástico bien ordenados, cada uno con un contenido diferente, y todos ellos con la misma función: intentar olvidarme de que existes y de que todo lo que está pasando no es más que otra pesadilla perfeccionada.

Pero la cierro. Sé que no te gustaría verme abrir un paquete y huir por la vía de escape fácil. No sé por qué te has empeñado en que soy fuerte, en que soy capaz de sobrellevar cualquier cosa que se me ponga delante. Me conoces poco. O nada. Debilidad disfrazada de soberbia y pasividad es mi definición.

Me siento una marioneta, un juguete que tiene un mecanismo por el que es capaz de desplazarse por sí mismo, pero al final el titiritero se burla y me obliga a cruzarme contigo y el sufrimiento me invade. Dicen que es un corazón roto, pero a mí me duele todo el cuerpo. Todo.

Ahora mismo una mano envenenada donde meter la cara me vendría bien. Aunque quizás me vendría mejor una caja llena de serpientes en la que meter los 666 pedazos de mi corazón. O un cuerpo en el que refugiarme, seguramente el tuyo, que tan poco conozco, para convertirte en manuscrito y luego hacer lecturas en la piel, donde no suelo equivocarme, para estudiarte a fondo. Y tu boca. Sí, necesito tu boca. Tu boca que es, ni más ni menos, la solución.

Imposible. Tú me gritas esa palabra de 9 letras, 4 sílabas y un significado profundamente aterrador.

Y me consume, cada vez más, y cada vez que noto cómo el esqueleto de mi corazón se convierte en polvo me hundo más. Cada vez que mi estómago se llena de ratas que arañan y mordisquean mis entrañas me debilito más. Cada vez que mi cuerpo entero tiembla y deja de responderme me encierro más. Cada vez que mis neuronas tratan de encontrar una resolución a este problema sin resultado me frustro más. Cada vez que las lágrimas empiezan a caer pos mis mejillas me destruyo más. Cada vez que siento la imperiosa necesidad de sentarme en una esquina y sentir el frio del suelo me pierdo más. Cada vez que soy incapaz de reaccionar la angustia se enreda más en cada nervio de mi cuerpo. Cada vez que caigo soy menos yo y más nada.

Nada ante la posibilidad del Todo.

Sólo me queda esperar a tocar fondo para encontrar, al menos, una estabilidad. Me quedaré ahí, chapoteando en el fondo del pozo, hasta que llueva una vez más, el agua suba, y me ahogue.

0 intereses:

Publicar un comentario